El porqué de jugar al croquet

El porqué de jugar al croquet

Artículo de opinión remitido por D. Luis Francisco Bay Alfageme, jugador federado del Real Club Puerta de Hierro de Madrid

24-4-2020

EL PORQUÉ  DE  JUGAR  AL  CROQUET

Es frecuente que algunas personas nos pregunten, a los que jugamos al croquet y, sobre todo, a los que nos entusiasma este deporte y tenemos cierta experiencia por el tiempo que llevamos practicándolo, el porqué de nuestra afición y del boom que el croquet ha tenido en los últimos años en España y que todos esperamos que siga teniendo en los próximos que están por venir.

Si se nos pregunta por nuestra afición o por este deporte en general, los monitores, entrenadores y árbitros de croquet podemos desempeñar a veces la función de divulgadores, además de tener la posibilidad de aclarar las dudas que pueden plantearse a los que se inician en él o se dirigen intrigados a nosotros. Será así posible informar a todos los que puedan estar interesados en mejorar su conocimiento del croquet. Y quizás también podremos, de este modo, aumentar el número de jugadores que lo practican. A continuación me he permitido expresar algunas ideas sencillas, que a lo mejor pueden servir para explicar el porqué del gran auge del croquet en España y que quizás puedan ser útiles para dar respuesta a las preguntas que nos hagan en este sentido.

1. El croquet es un deporte que se practica desde el siglo XIII o XIV en Europa, originario de Francia, concretamente del Languedoc, y que tuvo representación en las Olimpiadas de Paris de 1900. Desde Francia pasó a Irlanda a mitad del siglo XIX y desde ahí a Inglaterra, concretamente al All England Croquet Club (luego All England Lawn Tennis and Croquet Club) de Wimbledon. Allí se organizaron las primeras competiciones en los años sesenta del siglo XIX y allí comenzó, realmente, el croquet moderno, tal y como hoy se conoce, con el establecimiento de las primeras normas y reglamentos. En España empezó a practicarse a finales del siglo XIX, sobre todo en el norte de la Península y, en especial, en Gijón y otros lugares de Asturias, si bien todavía con las reglas del antiguo "croquet francés". La expansión de este deporte en nuestro país se ha producido en los últimos cinco años, aunque la Federación Española de Croquet se había fundado ya en abril de 1994.

2. En estos últimos años no han dejado de inaugurarse nuevos campos de juego. Si se cuentan los que actualmente hay en Asturias, Cádiz, Galicia, Madrid, Málaga, Sevilla, Tenerife y Vizcaya, y los que están en proyecto, parece posible que dentro de poco no haya ciudad española importante que no cuente con alguna de estas instalaciones. La isla de Mallorca, con más de 20 campos de golf, pero sin ninguno de croquet, es un problema pendiente para nuestro deporte. Algo similar puede decirse con respecto a las regiones mediterráneas.

3. El croquet es relativamente fácil de aprender y enseguida, poco tiempo después de empezar a jugarlo, puede uno divertirse practicándolo. La modalidad de croquet denominada GC, frente al croquet AC (más complejo), ayuda a ello en gran medida. No es necesario recibir muchas clases para empezar a jugar. Los monitores, entrenadores y árbitros debemos esforzarnos en enseñar lo estrictamente necesario, con unas cuantas clases y siempre de forma amistosa, cordial y divertida, al objeto de que el principiante puede empezar a jugar lo antes posible. Al principio, para no agobiar al que comienza, debe explicársele lo imprescindible, es decir, la estrategia general y el reglamento básico del juego.

4. El reglamento del croquet, muy detallado y preciso, favorece el que mientras se practica mejoren con facilidad las relaciones personales entre los adversarios, que por el motivo dicho son normalmente muy correctas y corteses.

5. Se gana el partido si se tiene más destreza y capacidad estratégica que el contrario, sin que por ello se requiera “hundirlo” física o, a veces, anímicamente, como ocurre por ejemplo con el tenis o el pádel. En el croquet los partidos mixtos o de dobles son muy habituales, con las ventajas sociales que ello conlleva. También se cuenta con un sistema de hándicap para igualar, si así se prefiere, los enfrentamientos entre adversarios que tienen un nivel de juego diferente.

6. El ambiente que suele crearse en un partido de croquet, entre los jugadores y el público asistente, casi siempre formado por otros jugadores, es de confraternidad, de fomento de la amistad y de verdadero estímulo de las mejores relaciones sociales.

7. El precio por jugar, cuando el campo se utiliza por varias personas al mismo tiempo, es muy inferior al que suelen tener los green fees de golf o de otros deportes. Dos horas de croquet con cuatro jugadores resultan mucho más económicas que un partido de golf, aunque sólo se hagan nueve hoyos. Un mazo normal tiene, asimismo, un precio muy inferior al de un equipo de palos de golf o al del equipamiento necesario en otros deportes.

8. La construcción de un campo de croquet tiene un coste inferior al que se requiere para poner en marcha otros tipos de instalaciones deportivas. Esto hace que en los clubs y grandes hoteles se vea con interés y como una oportunidad el invertir en campos de juego para este deporte, sobre todo si en el mismo club u hotel ya existe la posibilidad de practicar el golf al disponerse de estas instalaciones. Y esto es así porque, en tal caso, el personal y la maquinaria que se precisan para el cuidado de un campo de croquet es perfectamente intercambiable con lo que se usa para el mantenimiento de un campo de golf.

9. El croquet puede jugarse hasta una edad avanzada, ya que no exige mucha preparación física ni un gran esfuerzo muscular. Los aficionados al golf, el paddle o el tenis saben bien que con frecuencia, tarde o temprano, tendrán algún problema físico que les impedirá seguir jugando. No ocurre así con el croquet, que puede practicarse hasta edades avanzadas. Un claro ejemplo en este sentido es el de D. Justo Ojeda Alonso, que desde muy joven ha practicado el croquet casi a diario, además de participar en competiciones, muchas veces formando pareja con su hijo, D. Juan Ojeda Ayesta, también gran jugador.

10. La recomendación (obligatoriedad) de usar vestimenta blanca en las competiciones oficiales e, incluso, en las no oficiales hace que los jugadores ofrezcan siempre un aspecto cuidado y den una imagen correcta desde un punto de vista social. El uso frecuente de la bandera nacional en la indumentaria, en el mazo y en los propios campos sugiere la existencia de una idea común, también en cuanto a la práctica de este deporte, en los jugadores españoles.

11. La concentración que se necesita, por no decir que es imprescindible, para jugar al croquet hace que la práctica de este deporte se convierta, imperceptiblemente, en un magnifico procedimiento para relajarse y evadirse, al menos durante un par de horas, de los problemas o inquietudes que puedan tenerse o acumularse cada día o durante la semana. Desde luego, es claro que en un partido competitivo se ejercita en gran manera un proceso cognitivo muy significativo. Es evidente, asimismo, que ha de mantenerse, en todo momento, una tensión, una atención y una moral de juego muy constantes, así como también un esfuerzo mental sostenido si se quiere ganar o, simplemente, disputar con intensidad un partido.

12. Los monitores, entrenadores y árbitros de croquet pueden constituirse, quizás sin pensarlo, en verdaderos embajadores de este deporte y ser, por tanto, un ejemplo de educación, cortesía y cordialidad. De este modo ayudarán a difundir esta disciplina y a fomentar su práctica en toda España. No desaprovechemos esta oportunidad.

 

Luis Francisco Bay Alfageme
24 de abril de 2020